Anna Acosta, la muchacha que hace tatuajes en Centro Habana

Dedicarse a tatuar en Cuba puede ser un problema por el vacío legal en el que se encuentra la profesión. Si además eres mujer, posiblemente tendrás que lidiar con el doble de prejuicios. Sin embargo, a Anna parece no importarle nada cuando de hacer lo que le apasiona se trata.

Hace cuatro años Anna Acosta empezó a tatuar cejas y delinear ojos en Centro Habana. Pero sus ganas de pintar la piel iban más allá del maquillaje. Así que cuando cogió confianza, empezó a experimentar con el tatuaje corporal y ahí se quedó.

Siempre me gustaron las manualidades, los colores. Siempre he estado envuelta entre artistas”, cuenta Anna. Y aunque no estudió arte en ninguna academia, como muchos otros, de manera autodidacta aprendió a pintar, primero en papel y luego en la piel.

Su aspecto, lleno de colores desde el pelo hasta su propio cuerpo, te hace pensar en el mundo de matices diferentes del que forma parte. En San Martín número 251, entre Águila y Galiano, en el corazón de la capital, ha creado su micromundo de dibujos y lo ha nombrado Igolka.

Hace poco más de un año y medio empezó ese salto del tatuado de maquillaje al arte corporal, pero si entras a sus redes sociales (en Facebook e Instagram como Igolka Tattoo) puedes encontrar un extenso catálogo de los trabajos que ha ido haciendo en este tiempo: un trabajo cuidado y lleno de pasión que la poca experiencia no puede mellar cuando se quieren hacer las cosas con profesionalidad.

Mi estudio es pequeño pero tenemos muchos proyectos en mente y estamos abiertos a cualquier persona que le interese trabajar con nosotros para juntos hacer que crezcan las modificaciones corporales en Cuba”.

Anna Acosta dice que aún está experimentando, su aprendizaje tiene como escuela la práctica y el empeño que pone en hacer lo que le gusta. Trabaja los estilos Tradicional americano, wather color, neotradicional y Black work, entre otros, y aunque lo que más disfruta es hacer tatuajes Full color, no se pone barreras y parece no tenerle miedo a la creación.

Siempre me gustó trabajar sobre la estética de las cosas, la belleza, las modificaciones corporales”, cuenta Anna, quien con el tatuaje se encontró a sí misma como pez en el agua. “Lo que uno puede llegar a hacer en la piel me fascinó”, agrega.

En Igolka, su estudio en Centro Habana, la acompaña Jorge Luis, quien además de servirle de ayudante, hace perforaciones. Dice que su medio más efectivo de promoción hasta ahora ha sido pasando la información sobre su trabajo de persona a persona, “la gente ve mi trabajo y preguntan, otros que ya se tatuaron conmigo y llevan mi trabajo orgullosamente, me traen a sus amigos, y así…”, explica.

En el décimo aniversario de la Bodeguita del Medio estuvo participando en una expo colectiva, y dice estar interesada en participar en proyectos junto a otros tatuadores, como medio de retroalimentación para su trabajo. Y a pesar de las trabas que se imponen por ser este un oficio no reconocido en Cuba, sueña con formar parte eventos “donde dejen que el arte joven pueda expresarse, sobre todos los que estamos empezando ahora”

¿Qué crees sobre el vacío legal donde se encuentra el arte del tatuaje actualmente en Cuba?

Tengo muchas cosas que decir sobre el vacío legal, pero como artista me corresponde hacer arte, la política no es lo mío.

¿Cómo es el hecho de ser mujer y tatuar en un país donde persisten los prejuicios, tanto sobre género, como sobre la profesión en sí?

Ser mujer es a veces un arma .No me preocupan los prejuicios, cada cual vive su propia vida.

 

IGOLKA TATTOO STUDIO
San Martín (San José) #251/Águila y Galiano, centro Habana
+53 5 3265266