Un Time o los sueños de Harold Merino

El pasado 21 de diciembre, el Museo Nacional de Bellas Artes acogió la presentación de Un Time, álbum debut del joven músico y productor Harold Merino.

Luz, música, danza, un gran performance, una puerta a otro mundo descubrí cuando entré al teatro del Museo de Bellas Artes. Eran pasada las siete de la noche, llegué unos minutos tarde y después me arrepentí porque un espectáculo de alrededor de una hora me dejó con ganas de seguir escuchando los sonidos producidos por Harold Merino. Era el concierto de presentación de su ópera prima Un Time, el 21 de diciembre pasado.

Un escenario lleno de pianos y Harold de uno a otro sin dejar de tocar, sin que la música dejara de sonar. Del piano clásico a los eléctricos, pasando por su laptop y los controladores de audio, el jovencito dio un repaso por los temas de su álbum debut, y también mostró algo de sus nuevas producciones.

Músico de formación, inició en un intro desde las teclas de un piano clásico y terminó sentado ahí mismo. Dice que su música, y su disco Un Time más específicamente, son la traducción sonora de sus sueños, un viaje hacia su mundo interior. Quizás por eso empezó y terminó el concierto aterrizándonos en su realidad de pianista clásico que toca en un teatro, para transportarnos entre esas dos piezas (el intro y la final “Preludio del Sol naciente”) por sus ideas soñadas a través de las sensaciones provocadas por sonidos muy variados.

A Un time, Hechizo, Danza del bosque, Hijos de la Luna, Nana, Atlantis, temas de su ópera prima, se le sumaron los sonidos de Ritual, Ceremonia, Dead tree come to life y Three minutes before heaven. Para interpretar un remix del tema Lovely bones, de Brian Eno, invitó al escenario a Iván Lejardi y pincharon juntos a cuatro manos.

A la música se sumaba a veces el bailarín Luis Enrique Carribaru Collantes para escenificar en movimientos los sonidos que iban de la electrónica más experimental, de sonidos ambiente y ritmo más lento, a las sonoridades más comerciales, para subir los beats hasta el dubstep y luego volver a caer en melodías más suaves.

Otro elemento que acompañó el espectáculo fue el uso acertado de la luz y el video arte. De la mano del equipo de artes visuales AXIS Visual Lab la oscuridad de la sala se iluminaba oportunamente con imágenes abstractas que, como declarara el propio Harold, eran también traducciones –esta vez en imágenes- de sus pensamientos y sueños más ocultos.

Finalmente, con sus puntos a corregir (como la necesidad de ver mezclas totalmente en vivo si de un concierto se trata), fue interesante descubrir el teatro del Museo de Bellas Artes lleno de personas de diferentes edades reunidas para escuchar música electrónica. Con premios a Mejor Álbum de música electrónica o electroacústica en la pasada edición del Cubadisco y una nominación a Mejor Opera prima en el mismo certamen, el trabajo de este joven músico y productor viene a aportar a la reivindicación del género en el país.