Richie Hawtin: “La escena se está perdiendo..”

Le puede gustar musicalmente, puede no gustarle; puede ser molesto cuando se centra tanto en los negocios, las innovaciones que nunca se sabe si son más de marketing o de sustancia; puede ser mirado siempre con sospecha, como ha sido en Detroit durante mucho tiempo (y como muchos han hecho de nuevo, al convertirse en una máquina de dinero); pero en una cosa todos deberíamos estar de acuerdo: que Richie Hawtin es una de las mentes más lúcidas e interesantes que la escena electrónica – pero diríamos: la música en general – ha tenido jamás. Y punto.

Estamos en el año 2016. Aparentemente hace un siglo. Un siglo en el que -dicho sin hacer descuentos- la popularidad y el carisma de Hawtin han perdido su impacto en el mercado, hasta que el mercado se detuvo por completo y fue derribado por la llegada del Coronavirus. ” La hora justa para detenerse a pensar”: es así como el propio Hawtin debutó en una preciosa, muy preciosa charla con Mat Dryhurst y Holly Herndon, en el podcast de Interdendence que los dos comenzaron a realizar desde la primavera pasada – cuando los juegos de las giras, los shows en vivo, los sets de DJ se detuvieron – que gracias a Sónar, con la colaboración en este caso de Ars Electronica y el proyecto STARTS de la Unión Europea, sí, ella – tuvo una actualización de video.

A continuación: lo primero que hay que decir es que Sónar ha puesto en línea una sección muy rica de material producido durante el especial Sónar +D en septiembre, en el CCCB catalán. Su punta de lanza, en un plato muy abundante, es seguramente este encuentro entre Hawtin y dos excepcionales entrevistadores. Que Richie siempre dice cosas interesantes es un hecho, pero esta vez empezó a sacar un concepto muy, muy importante y largamente subestimado.

 

Cuando la escena explotó, hablemos de los años 90, había un ecosistema perfectamente sostenible, equilibrado, en el que los beneficios de la producción musical y los de la música se equilibraban. Ahora, en cambio, estos equilibrios han ido bastante lejos, con la parte performativa (live/dj set en clubes, festivales) la cual ha ido ferozmente más allá de las ganancias de la creación de sonido per se. Lo que crea una situación extraña: si en las actuaciones en directo de las bandas “tradicionales” el contenido se hace casi exclusivamente a partir de sus propias composiciones, es decir, es ahí donde anida y crea el valor, en la escena electrónica incluso ahora el grueso viene tocando no su propia música, sino la de otros. Pero la ganancia no está (ya) distribuida equitativamente. Es un problema. Grande. Un problema en el que intervenir.

De hecho nunca se ha discutido lo suficiente. En una época, como dice Hawtin, el ecosistema tenía sus equilibrios, cuando la venta de discos era una ganancia mucho más seria (se vendían más discos, no había ningún arroyo, etcétera, etcétera). Actualmente este equilibrio ya no existe. Los DJs superestrella de hoy (con las “tarifas infladas”, para citar al propio Richie: al fin y al cabo, ni siquiera él cobra ya dos liras desde hace mucho tiempo…) de los cachets estelares que reciben, incluso indirectamente, sólo una parte mínima, o mejor dicho, insignificante de esta inducción económica en el resto de la escena (otros artistas, otros sellos…). Alguna vez se apoyaron mutuamente comprando discos, quizás llamándose en noches de club (sin tarifas excesivas); poco a poco esta estructura de equilibrio se ha vuelto tan frágil que hoy en día prácticamente se ha derrumbado.

Una reflexión interesante que queremos compartir y que esperamos nos lleve a pensar en el estado de las cosas, yendo más allá del “DJ Superstar, crap, shit” y buscando en su lugar cómo encontrar un equilibrio de las diversas funciones vitales y de crianza de lo que es la música electrónica, y entre sus actores. El problema de los derechos de autor, por ejemplo, podría entrar realmente en una dimensión 2.0: después de todo, la tecnología ya podría permitirlo, en teoría. El principio que subyace al razonamiento de Hawtin, y que él mismo explicita, es que una vez más nos unimos como escena, con un intercambio de conocimientos y recursos más marcado y sistemático. En la actualidad, sobre todo cuando el caso de CoVid se trata tanto de streaming, la pregunta es: pero en la escena electrónica, si se retransmite un evento, ¿quién se beneficia de él, quién creó realmente la música o sólo la interpreta explotando la creatividad de los demás?

Cuando el sistema giraba en torno a los “clubes”, la demanda podía ser obviada, ya que había un equilibrio subyacente al final que ayudaba a todos los órganos del sistema. En la actualidad, la geografía empresarial está cambiando radicalmente, tal vez sea necesario (re)poner esta demanda en el centro del pueblo. Y no buscar respuestas que ya son viejas, o demasiado populistas. Después de todo, la escena principal tras el desconcierto inicial ha aprendido a extraer valor de la corriente, y los balances del mayor han vuelto a ser positivos tras años de (s)rojos profundos y luchas innecesarias en Napster. Hizo falta un cambio de paradigma operacional. la escena electrónica, que en el ADN es (sería…?) diferente de la corriente principal, podría tener que darse a sí misma el mismo objetivo: si quiere sobrevivir, no desmembrarse y distorsionarse.